Casi todas las parejas empiezan su relación con amor y grandes esperanzas. Pero el tiempo, poco a poco, va haciendo mella en ellas. El encanto de los primeros tiempos se diluye en la rutina y responsabilidades del día a día. Esa persona que prometía ser el mejor amig@ para toda la vida, alma gemela, se ha convertido en alguien aburrid@ y con casi nada en común. Aparece la decepción con el cónyuge y con el matrimonio. Nacen las dudas sobre los sentimientos.
Uno de los indicios para prestar atención sucede cuando la pareja deja de ser interesante y nada excitante sexualmente. Otra prueba del desenamoramiento es el sentimiento de solitud. Cuando solamente uno de los dos tira del carro de la relación y de las responsabilidades familiares. La baja autoestima afecta inevitablemente en la creciente desidia sobre la relación. Pero, cuando se empieza a sentir atracción hacia otra persona, es cuando realmente aparecen las dudas y el desasosiego sobre la relación de pareja.
Todas las relaciones, y más las de parejas pasan por ciclos. El inicio de la convivencia, a pesar de ser un periodo de entusiasmo, puede desembocar en monotonía. La pareja descubre el contraste entre las expectativas y la realidad. Esto puede conducir al desencuentro y al distanciamiento. La comunicación sincera sobre las emociones, verbalizar bien lo que se siente es fundamental. Pactar y negociar. Hacer un contrato de pareja.
El nacimiento del primer hijo es otro momento al que se debe prestar especial atención. Ser padres conlleva una negociación dentro de la pareja. Deben quedar claras las responsabilidades de cada uno con respecto a la criatura y al hogar. Equilibradamente. Si no se alcanza un acuerdo, o el acuerdo no se respeta, las consecuencias serán nefastas para la relación. Fundamental que, como pareja sexual, no se pierdan de vista. A pesar del cansancio y la absoluta atención requerida por el bebe, cuidar con mimo que el contacto erótico-sexual entre los dos se mantenga vivo.
Más adelante, la secuencia vital con respecto a los hijos (escolarización de los hijos, adolescencia, emancipación) también pueden ser motivo de desestabilización de la pareja. En estas situaciones es cuando más unidos deberían estar.
El primer paso para evitar la desidia y romper la rutina es el reconocimiento. Detenerse durante unos minutos y hacer un chequeo de la relación. Preguntarte cómo estás. Cómo te gustaría estar. Y si las respuestas no te gustan, preguntarte qué puedes hacer para solucionarlo. Hay muchas iniciativas que puedes tomar para romper el bloqueo y salir del desinterés. Una de las primeras, la comunicación con tu pareja. Hablar, expresar con sinceridad.
Nadie ha dicho que la vida en pareja sea fácil, pero para hacer el camino más liviano la comunicación es el eje fundamental. Comunicación, compartir, involucrarse. Con respeto y con cariño. El cambio empieza por un@ mism@. El cambio es posible.
Vida sexual, buena comunicación, seguridad, apoyo y coincidencias en lo fundamental.
Dialogar y negociar. Llegar a un consenso y cumplir el acuerdo.
Compartir responsabilidades. Si siempre tira del carro la misma persona llega la frustración.
Alimentar la ilusión. Cocinar la sorpresa.
Lenguaje claro. Eliminar las suposiciones, los silencios acusatorios y los reproches.
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